DISTOPIAS COTIDIANAS
Latinoamérica, un continente heterogéneo imposible de ser definido en una palabra, pero fácilmente abstraído a partir de sus creencias y pasiones: dios y fútbol. Es así como en ésta parte del mundo la moral es tan ambigua como contar con la mayor cantidad de hitos y/o esculturas de representaciones religiosas y a su vez, pedirle a las mismas el apoyo para conseguir que el equipo salga campeón el próximo domingo, o atinar la bala para matar a quien “debe” morir.
Cartografía - territorios
globales. “Un cristo como hito de la
ciudad latinoamericana”
En Latinoamérica se encuentra el
mayor número de esculturas, de gran formato de la imagen de CRISTO,
hitos urbanos que hacen alegoría a las creencias religiosas del
territorio.
Podría entonces plantearse la idea del dispositivo, a aquellos elementos que como
el Cristo Redentor en Río de Janeiro, tienen la peculiar capacidad de actuar a
modo de engranaje entre la persona y su lugar
físico y metafísico. Nos jugamos éste planteamiento poniendo a “caminar”
esta escultura en particular, pero así como sucedería en Río, podría ocurrir lo
mismo en cualquier otra ciudad de Latinoamérica, donde su cristo, su virgen, su
santo, el goleador, el arquero y/o su deidad local, constituyen diversos
referentes, tanto espaciales como emocionales para sus habitantes, ya sea por
acción y/o reacción. Incluso la idea va más allá de su configuración escultórica,
la misma podría llegar a ser un sinnúmero de “megas” estructurales que albergarían
instalaciones: habitacionales, monumentales, educativas, portuarias,
administrativas, deportivas, entre otras. Es
jugar con el hito sagrado al mejor estilo mundano. Para llegar a la
propuesta, entendimos un territorio – Rio de Janeiro – cargado de su impronta
portuguesa, europea, africana, establecido en un país del continente
latinoamericano, bendecido entre otros con grandes futbolistas y victorias deportivas.
Lo entendimos desde sus condicionantes espaciales, topográficas, culturales, religiosas,
constructivas, y demás. Allí identificamos dos ambitos, la ciudad funcional y la ciudad
situacional.
Hacer un paralelo entre lo que hace funcionar la
ciudad y lo que vive en el ciudadano local…
+La ciudad FUNCIONAL:
(ámbito operativo) es la estructura de soporte que permita la competitividad en
el mundo del espectáculo global, el turismo internacional, los tratados de
libre comercio, los premios internacionales de urbanismo, “enamorar el mundo”
- Aeropuertos.
- Estadios y Villas Olímpicas.
- Playas.
- El Cristo Redentor.
- Cerros y Bosques.
- Arquitectura de Autor.
Esto indicara el recorrido del hito
urbano… ejercicio de planificación… El urbanismo no existe: no es más que una ideología en el
sentido de Marx. La arquitectura si existe realmente, al igual que la coca
cola: es un productor revestido de ideología, pero real, que satisface de forma
falsa una necesidad falseada. (Formulario para un
nuevo urbanismo. Gilles ivain – 1658)
+La ciudad SITUACIONAL:
(ámbito simbólico) la ciudad
vivida, de autorregulación, autoconstrucción colectiva, el paraíso de la
expresión cotidiana de símbolos y lenguajes locales, Donde el ciudadano se vive
con los afanes de cada día “enamorar la
chica más bonita del barrio”
- Cotidiana con Vecinos
- Peleas - Bailes - Festejos.
- Cultos, Rituales.
- Arquitectura de Auto-Construcción.
Entre estos dos ámbitos de ciudad podemos decir que se configura la
experiencia urbana te un territorio joven como Latinoamérica. No negamos que la
ciudad necesita del intercambio con el mundo, lo que intentamos proponer es que
el intercambio con el mundo es más simétrico cuando la identidad local es
fuerte y consiente por parte de la ciudadanía…
Esculturas “ídolos” caminando y
activando la ciudadanía a construir a destruir o a solo vivir y valorar la
experiencia urbana en Latinoamérica… esto es de Latinoamérica para los latinos
y después para el mundo!!!
Ciudad: Rio de Janeiro – Brasil
Área de intervención: la ciudad
Año: 2013
Ideas: ídolos, hitos, cotidianidad, paisaje urbano, Latinoamérica
Equipo: María Isabel González, Gabriel Duque, Juan Miguel Gómez.